¿Están guionizadas nuestras relaciones sexuales?

                                                 Sexualidad y género                                                               


Cuando mantenemos una relación sexual nuestrxs cuerpos y sus reacciones fisiológicas no son los únicxs protagonistas. Nos "dirige" la educación sexual y afectiva que hemos recibido, condicionando los sentimientos, pensamientos  y comportamientos que entran en juego en esos momentos.  En esta situación íntima, los roles de género tradicionales nos describen un guión, cargado de "Debes y Deberías", que gira alrededor de  algunos de los siguientes tópicos y estereotipos:

“ El rol pasivo de la mujer y el rol activo del hombre en las relaciones de pareja y eróticas". En las relaciones de pareja, "La mujer, objeto de deseo masculino, deberá resultar deseable mostrándose a la espera de la aprobación del varón, mientras que el hombre, sujeto autónomo deseante, deberá realizar el acercamiento". Este guión desnaturaliza los deseos de intimidad  femeninos fomenta un rol de sumisión y dependencia masculina, a la vez que normaliza los deseos masculinos, incluso llegando a exagerarlos. Para que este tópico se siga perpetuando, la presión social ejerce un papel fundamental a través de descalificaciones, que generan vergüenza y culpa, en el caso de las mujeres, y con calificativos que cuestionan la masculinidad, si se presenta miedo al rechazo o falta de deseo, en el caso de los hombres. En esta misma linea, a la hora de mantener relaciones sexuales "La mujer  debe mostrarse sexy y complaciente con un varón que deberá dar la talla". Los cánones de belleza actuales presionan a las mujeres con la intención de crear inseguridad e insatisfacción con su imagen corporal y les indican la necesidad de corregir "cualquier defecto" para resultar más atractivas, de este modo se continúa reforzando un rol complaciente femenino. La presión social de los hombres se centra en aspectos relacionados con el deber de mostrar su brío sexual, muy relacionado don los valores tradicionales asociados a la masculinidad. Entre las consecuencias de seguir este estereotipo podemos encontrarnos que aumenta la probabilidad de realizar comportamientos sexuales no deseados, sobre todo en el caso de las mujeres, riesgo de embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y los bloqueos relacionados con el rendimiento (impotencia psicológica masculina).

 "Conocimiento de la anatomía femenina y masculina respecto a su sexualidad". Durante mucho tiempo las investigaciones médicas sobre la anatomía femenina se han centrado en su capacidad reproductiva, infravalorando los aspectos relacionados con el placer. Como ejemplo, podemos tomar los mensajes en contra del autoconocimiento  y  autoexploración de su cuerpo, con la intención de  inhibir su derecho al placer sexual y  la negativización de procesos femeninos específicos como la menstruación, el embarazo, parto o menopausia. Por el contrario, los varones gozan tanto de una mayor tolerancia respecto al autoconocimiento de su cuerpo y a la masturbación como de una connotación positiva de sus genitales  y sus fluidos. La presión ejercida en contra del placer y la negativización de los procesos femeninos resulta dañino para la autoestima y la satisfacción sexual de las mujeres. El placer erótico parece pertenecer exclusivamente a los hombres. La calidad de las relaciones eróticas entre hombres y mujeres se verá mermada debido a este  desconocimiento, aunque la autoestima masculina se vea privilegiada por el refuerzo que supone una mayor tolerancia hacia el placer sexual. La exaltación de las connotaciones positivas del cuerpo masculino y sus fluidos, cercanas a la exageración, ponen en peligro la salud de las parejas, exponiéndolas a un mayor riesgo de contagio de ETS.

"Responsabilidad frente a los embarazos no deseados".  Las mujeres se encuentran ante una situación paradójica que las responsabiliza mayoritariamente de los embarazos no deseados, con el "irónico mensaje" de que su cuerpo le pertenece, ya que suyas son las consecuencias. Sin embargo, a la hora de decidir sobre su maternidad su libertad se verá coartada por las distintas creencias sociales sobre el aborto. Un juego perverso en el que en un momento parece pertenecerle y en otro no, según los intereses patriarcales. Tanto si continúa con el embarazo como si no lo hace, se verá descalificada de algún modo socialmente, lo que refuerza posiciones de inferioridad y aleja el derecho a la igualdad. Es de esperar que las relaciones sexuales de muchas mujeres puedan estar cargadas de miedo, vergüenza y culpa. 


Las creencias relacionadas con estos estereotipos pueden ocasionar problemas, dando lugar a reacciones de ansiedad,  trastornos del estado de ánimo, trastornos sexuales de origen psicológico, ETS...con una mayor prevalencia en el caso de las mujeres, justificada por las desigualdades sociales y limitaciones que transmiten los roles de género del sistema patriarcal.  Es importante, por tanto, una educación sexual y afectiva igualitaria que posibilite un cambio en los estereotipos tradicionales de feminidad y masculinidad (sumisión vs dominación) hacia modelos igualitarios, en donde la autoestima de las mujeres se vea fortalecida gracias al conocimiento de su cuerpo, su deseo, sus capacidades, permitiendo su autonomía e independencia a nivel personal, afectivo, erótico y económico, a la vez que se reformula el rol masculino tradicional basado en la prepotencia, reconciliando la autoestima e independencia masculina con sus emociones y sentimientos, para que tanto sus relaciones sexuales como afectivas estén basadas en el cuidado y autocuidado. Reconociéndose que, como seres humanos que son, sienten miedo, inseguridad, tristeza, frustración y aprendiendo a manejar estas emociones de un modo sano e inteligente que los aleje de las formas agresivas y de dominación.






Autora: Esmeralda Fernández. Psicóloga con acreditación sanitaria, Terapeuta Familiar reconocida por la FEATF, Máster en Asesoramiento y Orientación Familiar por la USC.


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